Nuestros antepasados fundaron bodegas que se hicieron famosas por la calidad de sus vinos. Los inmigrantes italianos que llegaron a la provincia de Mendoza, Argentina, a fines del siglo XIX y principios del XX fueron los impulsores de la transformación de la provincia en una potencia vitivinícola.
Antes de esto, en el siglo XVIII, los vinos de Mendoza habían ganado fama gracias al aporte de los agustinos y los dominicos, pero el gran desarrollo enológico se dio con la llegada de los italianos, más precisamente piamonteses, venecianos y toscanos, que pasaron por Buenos Aires hasta encontrar su lugar al pie de la Cordillera de los Andes. Muchos de ellos han traído consigo conocimientos, herramientas y variedades de uva que han enriquecido la producción local. Algunos de los apellidos más reconocibles del vino argentino son de origen italiano, como Giol, Tirasso, Tomba, Toso, Catena, Zuccardi y Bianchi. Las cepas autóctonas comenzaron a competir con Barbera d’Asti, Moscat, Bonarda, Refosco y Lambrusco.
Los italianos se integraron a la sociedad mendocina y aportaron su cultura, idioma y gastronomía. También han contribuido al desarrollo de otras actividades económicas, como la construcción, los ferrocarriles, la electricidad y la industria. Además, han dejado su huella en la arquitectura, las artes y las ciencias de la provincia.
Hoy en día, Mendoza es una de las regiones más italianas de Argentina, con una gran cantidad de descendientes, asociaciones y eventos que celebran la herencia italiana. Su aportación a nuestra tierra ha sido fundamental para hacerla próspera, ya que a través de su capacidad, experiencia y conocimiento, han enriquecido el comercio local. A estas se sumaron otras iniciativas, como la creación de colonias, cooperativas, bodegas y escuelas que promovieron el crecimiento y la innovación en las áreas apropiadas para su desarrollo.
La vitivinicultura fue una forma de adaptación e integración de los italianos en Mendoza, ya que les permitió generar ingresos, establecer lazos sociales y participar de la vida política y cultural de la provincia. Al mismo tiempo, era una forma de expresar y mantener su identidad italiana, a través de la producción de vinos con características propias, que reflejaban su origen, su tradición y su sabor.
Actualmente, la vitivinicultura sigue siendo una actividad muy importante para los italianos en Mendoza, y también para la provincia en general, ya que es una de las principales fuentes de riqueza, empleo y prestigio. Los descendientes de inmigrantes italianos continúan con el legado de sus antepasados y aportan su pasión, creatividad y calidad a la producción de vinos reconocidos a nivel nacional e internacional.
Mendoza es Italia, sus inmigrantes lo han dado todo en la tierra que los acogió y les permitió canalizar su riqueza de conocimientos introduciendo nuevas técnicas, variedades y métodos para elaborar vinos de calidad.
Los inmigrantes italianos fundaron muchas bodegas en Mendoza, algunas de las cuales son muy famosas y reconocidas por la calidad de sus vinos. Algunos ejemplos: Huarpe Wines, fundada en 2003 por José Hernández Toso, descendiente de Pascual Toso, uno de los pioneros de la industria vitivinícola argentina; Bira, una empresa con herencia cultural italiana y enfocada en la producción de vinos de mezcla a base de ‘sangiovese’, una variedad de viñedos viejos en el Valle de Uco; Bodega Bonfanti, fundada por Roberto Bonfanti quien siguió las costumbres de sus padres y abuelos provenientes de Italia en 1915.
La idea es obtener una interpretación “súper correcta”, casi idéntica a lo que sería un vino toscano, pero elaborado en Mendoza.
Periodista, corresponsal de TOSCANA TODAY desde Argentina, vive y trabaja en Mendoza, se ocupa del bienestar y la cultura.