Tuesday, 23 April, 2024

CUANTO SE VIVE LEJOS DE MI PAÍS Tercera parte


El fin del confinamiento vino acompañado de un verano ardiente en la ciudad de Alicante.

Mi estadía en al ciudad de Alicante estaba confirmada hasta el 15 de septiembre, con la posibilidad de que se concretara una propuesta laboral, muy interesante. Todo supeditado a como se fuera desenvolviendo la pandemia y por sobre todo la situación económica.

Los días transcurrieron con total normalidad, la primavera llegó despertando la ilusión de que todo quedaría en el olvido. La pesadilla del covid iría desapareciendo con el calor de los días. Todo parecía renovarse y volver a la normalidad. A pesar, de que el cuidado individual y las restricciones eran una constante.

La libertad para movernos, no tanto así para juntarnos con amigos, se fue dando con más flexibilidad. Salir a trotar a cualquier hora del día fue una bendición. Sin embargo, no dejaba de ser una preocupación. Los contagios seguían, en menor medida. Una buena señal. Pero, al escuchar las noticias de EEUU, Centroamérica y de mi país Argentina, una angustia me invadía difícil de ignorar.

Si bien, en Alicante se implementó un cuidado más liberal, en el círculo de mis amistades, el hecho de vernos se redujo considerablemente. Se quiera o no, todos desconfiamos de todos, hasta de nosotros mismos. Nada se presentaba como algo seguro de decir <estoy sano, no tengo síntomas>. No se sabe…

Más me inquietaba por volver a mi casa, junto a mis afectos. Nadie está exento de contraer la enfermedad, por lo que sería conveniente estar en mis terruños. Me lo decía todo el tiempo. Ya era hora de regresar.

La espera para todo se hizo muy larga, en el trabajo, en mis realizaciones. Todo postergado. Fui por cuarenta días. Pasó un año y nada aconteció para seguir.

Por lo que decidí vivir intensamente, cada hora del día, cada lugar que visitaba, cada momento que transitaba. Descubrir nuevos parajes. Hacer producciones para mi web. Abrazar ese mediterráneo con fuerza, pidiéndole que no me dejara ir…creo que me enamoré del mediterráneo!!! Cuántos sentimientos encontrados, dudas, inquietudes pasan por la mente, cuando no hay un factor que determine algo malo para tomar tal o cual decisión.

Debía regresar…el universo, Dios , la vida lo quiso así.

Barajas fantasma

Mi vuelo con fecha para el 15 de septiembre se canceló. Lo adelantaron al 6, cuando todo empezó a complicarse por la pandemia en mi país. Cuanta intriga de saber como sería mi regreso. Me advirtieron que al llegar a Ezeiza, Buenos Aires, el panorama sería otro.

Salí de Alicante en el AVE (tren), cargada de valijas, que si no hubiese recibido la ayuda de mi amigo Pablo, no sé como podría haber llegado a la estación del tren. Fue un viaje de placer, ansiosa por llegar a Atocha, así tomar un taxi que me llevaría hasta el aeropuerto Barajas, en Madrid. Mientras iba en el taxi, me sorprendió ver un Madrid desolado, vacío. Uno que otro transeúnte caminando, eso sí, todos con mascarillas. La situación se estaba agravando.

Al llegar al aeropuerto, debo resaltar la amabilidad del chofer del taxi (peruano) que me auxilió con mi equipaje, el cual lo depositó en un carrito. Fue un alivio. Me esperaba otra situación, los controles de salud. Cosa que me tenía muy inquieta, ya que si presentaba el mínimo síntoma no podría subir al avión. Debí esperar dos horas hasta que abriera Aerolíneas Argentinas sus oficinas para comenzar el embarque.

Barajas uno de los aeropuertos más grandes e importantes de Europa, siempre con gente, con un movimiento impresionante. Aviones que llegan y se van a cada instante. Seguía sorprendiéndome su quietud. Nadie, un mutismo total. Ni un restaurante, confitería, nada abierto. Solo policías impidiendo el transito de los acompañantes de pasajeros.

Tiendas y restaurantes cerrados

Muchas veces me estresé en este aeropuerto por temor a perderme. Sus terminales están muy distanciadas, escaleras en distintas direcciones, un trencito subterráneo…uf…gracias a que está muy señalizado se puede llegar a destino.

Por suerte, no debí trasladarme tanto. Desde la terminal 1 pude gestionar todo mi proceso de embarque. Por supuesto que cuando llegó el turno de exceso de equipaje, casi muero…

Paso siguiente, fueron los controles, sólo tomaron la temperatura, y llenar el formulario de salud pública. Ya siguiendo las indicaciones para embarcar. Por el momento todo se presentó de manera ordenada, sin ningún inconveniente.

Me sentía muy apenada por dejar tanto en mi ciudad paradisíaca, me dolía el corazón. Las lágrimas me caían a borbotones, pude disimular mi pena con mis anteojos de sol y el nuevo accesorio: la mascarilla o barbijo.

Por momentos, no me quería ir. Cuanta impotencia me invadía. Un año en el exterior es parte de mi vida, porque di lo mejor de mí. Me sentí como una embajadora de mi país, al que dejé muy bien en determinadas ocasiones. Lo repito, otra vez, somos todos iguales, nos diferencian culturas, tradiciones y formas de vivir.

Nada me consolaba, no tenía fuerzas al subir las escaleras hacia el avión. Pero pasó. Me puso contenta el hecho de viajar sola en mi fila del asiento. Lo que significó dormir toda la noche recostada. Antes recibí de la azafata una bolsa con un sanwiche, un agua mineral, y pequeñas bolsitas, de maní, de palitos de queso, galletitas saladas, en fin un aperitivo a bordo.

Dentro del avión se respetó el aislamiento. Todos separados además, de muy poca gente. El vuelo fue impecable. No lo sentí.

A las 4 de la madrugada, aproximado, arribamos al aeropuerto de Ezeiza, un lujo, el vuelo el aterrizaje. Todo. El viaje de regreso desde Buenos Aires a Mendoza, fue más de lo que me advirtieron.

Pistas vacías por la paralización de los vuelos

CONTINUARA…!!!

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